Cuatro minutos de derbi y, como de costumbre, un balón descontrolado entre los defesas rojiblancos acabó en las botas de Kaká. El brasileño, con absoluta libertad de acción, lo controló y embocó en la portería del Atlético de Madrid. La tradición de los dos últimos cursos se repitió con precisión suiza. Los atléticos ejercieron, nuevamente, de vecinos perfectos. No aprenden a corregir esta lección del derbi. A este tanto le siguieron, veinte minutos después, otro más de Marcelo y un excelente tramo de fútbol de enorme dulzura; eso sí, con el visto bueno de un conjunto rojiblanco en los huesos, tanto anímicamente como futbolísticamente, en concreto entre los defensas. Las mismas variables confluyeron en el tanto de Higuaín. El argentino aprovechó de forma magnífica un imperdonable error de Perea. La distancia era kilométrica y todo estaría cerrado en cualquier otro encuentro; no cuando enfrente esta el Atlético, un equipo sin estructura, pero con orgullo, con lo que rondó el empate en un abrir y cerrar de ojos. No sucedió porque Casillas sí es de otro mundo, nada que ver con el terrenal, donde el fútbol no responde a explicaciones lógicas.
Hasta ese momento, el Real Madrid se movió a sus anchas sobre el césped del Vicente Calderón. Difícilmente encontrarán otro encuentro tan placentero en este curso. El Atlético ni salió al campo a su hora ni se despertó tras los golpes en el mentón de los madridistas. Éstos tocaban de primeras sin necesidad de superar ninguna oposición. Lo hacían, además, con bastante orientación, con Xabi y Lass protegiendo al cerebro Kaká, y siempre con un objetivo: perforar la meta de Sergio Asenjo. Benzema e Higuaín desnudaron una y otra vez, con su movilidad permanente, a los defensas rojiblancos. Se confirmó así, y abstrayéndose de la inoperancia atlética, la notable evolución positiva vista en San Siro. Como si el batacazo en el feudo del Alcorcón, en Santo Domingo, hubiese supuesto un punto de inflexión, un puyazo que despertó el hambre de las huestes de Pellegrini de conquistar tierras prometidas. Aparte del fútbol, de la calidad, el Real Madrid presionó de forma ordenada, replegó líneas de forma simétrica cuando Simao buscaba la hombrada de derribar él sólo a todo un adversario con las ideas muy fluidas. Con este panorama, el derbi se había finiquitado en veinticuatro minutos.
Los goles de Kaká y Marcelo (es otro jugador cuando actúa de interior), éste tras un derechazo sin ángulo en el área pequeña tras beneficiarse de la pasividad de los defensas del Manzanares, eran definitivos. Las cuentas sobre cuántos tantos encajaría Sergio Asenjo estaban en todos los comentarios. No hubo más antes del descanso porque este joven, y prometedor portero, se empeñó en corregir todos los fallos de sus centrales, puesto que Pablo y Perea carecen de confianza y seguridad en sí mismos; y eso es un problema de solución complicada. Benzema, pese a todas estas facilidades, se quedó con la miel en los labios. El francés, sin la sombra de Raúl a su alrededor, parece otro; se siente más ubicado en el sistema, con mayores espacios, con la meta contraria en su cabeza. Le faltó, sin embargo, coronar su buena primera parte, como sucedió en San Siro.
Frenético cierre de derbi
El derbi trascurría, tras el descanso, por el cauce del primer acto: el Real Madrid era el amo y señor del encuentro. Ni la entrada de Agüero otorgó aire fresco a los atléticos. Sánchez Flores, visto lo visto, tiene sus pensamientos divididos, entre aquellos que resuenan en su cabeza de por qué haberse comprometido con un equipo en estado ruinoso y entre esos otros que reflexionan y buscan soluciones a una ristra de deficiencias técnicas y tácticas; y el tiempo apremia a Quique.
Aunque, haga lo que se haga desde el banquillo, hay cuestiones ajenas a los entrenadores, como cuando Perea se cree Baresi aunque sea incapaz de despejar un balón. El colombiano hizo un ejercicio circense y acabó facilitando el tanto de Higuaín. Qué penitencia empezaron a pesar los atléticos en las gradas; más cuando Raúl entró al campó. El capitán, suplente por tercera cita consecutiva, algo impensable hace unos meses, siempre encuentra el camino hacia el gol en el Calderón. Ésta vez, no; es más todo cambió de repente, dando entrada a esa cuota de frenesí existente en todo derbi.
Clos Gómez, que perdonó la expulsión a Lass, no dudó en echar a Sergio Ramos. El sevillano perdió el tren ante Agüero y se marchó a los vestuarios antes de tiempo, perdiéndose además el estar en la remontada ante el Alcorcón. La acción, al principio calificada como puntual, acabó siendo trascendente en el epílogo del derbi. Otra acción, también considerada como irrelevante, anecdótica, acabó confirmando ese giro. Forlán esquivó a sus fantasmas, como cuando éstos desviaron un balón a la madera en el primer tiempo, y batió a Casillas. Ambas acciones alcanzaron otro nivel de importancia cuando Agüero desbordó en velocidad a Pepe y superó a Casillas. Sólo habían pasado dos minutos y quedaban otros diez minutos, más el descuento.
El Real Madrid, como le sucedió en San Siro, descendió en sus prestaciones físicas. Se abandonó sin explicación aristotélica y empezó a sufrir cuando ochenta minutos antes echaba cuantas sobre cuántos goles le metería al Atlético. Aunque el sufrimiento acabó siendo un simple susto, y se olvidará pronto, en la obtención de los tres puntos, aunque éstos se deben, en gran parte, a una majestuosa intervención de Casillas, al sacar un mano a mano con Agüero ya en tiempo de descanso. Lo mismo que hizo al término del primer acto ante Simao. Los atléticos, por el contrario, se ahogaron en la orilla; los madridistas, pese a los agobios, prolongan su racha de triunfos en casa del vecino y confirmó que Pellegrini, a la espera de Cristiano Ronaldo, ya ha encontrado, posiblemente sin buscarlo, un once con el que abordar misiones de altura. La próxima, por cierto, no tendrá lustre ni siquiera un hueco en el álbum de recuerdos exquisitos, pero, este martes, necesitan conquistar al Alcorcón. La moral y el fútbol, por lo menos, llegan en su mejor momento a esta cita.
- Ficha
técnica:
2 - Atlético de Madrid: Asenjo;
Ujfalusi, Pablo (Sinama Pongolle, m. 88), Perea,
Antonio López; Cléber Santana, Raúl García;
Reyes (Maxi Rodríguez, m. 58), Jurado (Agüero,
m. 46), Simao; y Forlán.
3 - Real Madrid:
Casillas; Sergio Ramos, Pepe, Garay, Arbeloa;
Lass, Xabi Alonso, Marcelo; Kaka (Van der Vaart,
m. 84); Benzema (Gago, m. 68) e Higuaín (Raúl,
m. 64).
0-1, m. 4: Kaká, con un disparo
desde fuera del área. 0-2, m. 24: Marcelo bate a
Sergio Asenjo casi sin ángulo. 0-3, m. 64:
Higuaín bate a Asenjo en el mano a mano, tras
robarle un balón a Perea. 1-3, m. 78: Forlán,
tras un pase de Ujfalusi. 2-3, m. 80: Agüero,
tras una jugada individual.
Árbitro: Clos
Gómez (C. Aragonés). Expulsó con roja directa a
Sergio Ramos, del Real Madrid, en el minuto 65.
Amonestó a los locales Pablo (m. 26), Raúl
García (m. 42) y Simao (m. 61) y a los
visitantes Kaká (m. 6), Lass (m. 33), Arbeloa
(m. 70) y Garay (mn. 73).
Incidencias:
partido correspondiente a la décima jornada de
Liga en el estadio Vicente Calderón, disputado
ante unos 55.000 espectadores.
Autor: Rafael Merino
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