España fue una marabunta; un
adversario inalcanzable para el Portugal de Cristiano Ronaldo. Ni los debates
fútiles, ni las dudas históricas, ni el enfrentarse a uno de los futbolistas más
mediáticos del Universo. Nada hizo mella en la mente de España.
Obtuvieron con sobresaliente el billete a los cuartos y lo
hicieron a base de derrochar un excelso caudal de fútbol del bueno, del muy
bueno. Lo desarrolló de principio a fin, sin conceder un mínimo armisticio al
enemigo. Pese a ello, la cosecha estadística fue mínima y lo fue porque Eduardo
fue un muro, sólo saltado por Villa.
Si Argentina, Alemania y Brasil, el trío de candidatas históricas a coronarse dentro de algo más de diez días, demostraron en sus eliminatorias de octavos una mayor velocidad en sus prestaciones futbolísticas, España no se quedó relegada a una interpretación secundaria. La Selección ganó con la misma autoridad que las anteriores y no consiguió la misma contundencia en el marcador porque se encontró con un portero de altura. Eduardo, un luso desconocido del Braga, demostró sus cualidades, confirmó esos nueve meses acumulados sin encajar un tanto con su selección. Frenó la avalancha española, retrasó el desenlace hasta casi el ecuador del segundo acto. De no ser por él, Portugal se hubiera llevado un pesado saco de goles; sólo se marchó con uno.
De principio a fin
Desde los compases de tanteo se
apreció que España estaba en disposición de demostrar su mejor versión. La
puesta en escena, en comparación a los tres encuentros anteriores, fue
sencillamente pletórica: el toque como bandera, dos ocasiones de Villa y una más
de Torres. Ya entonces se atisbó cómo sería el resto de la confrontación: España
dominando y Portugal esperando, rezagado, una salida al son del Séptimo de
Caballería.
Ésta vez, España no dominaba como el día de Suiza. No se recreaba en el mimo del esférico; ésta vez, lo movía con soltura, sin hacer más de dos controles, de banda a banda, buscando un claro entre tanto nubarrón defensivo de los lusos. A ello se sumó la concentración en defensa, en la recuperación del esférico con una milimétrica y efectiva presión en conjunto. Todos a una, compenetrados, con ese espíritu ganador de Austria y Suiza. Sería desconsiderado destacar a alguien, aunque Xavi era el maestro de ceremonias. Todos se movían al son de su música celestial.
España estaba escribiendo su mejor actuación de Sudáfrica. El inconveniente era el retraso del tanto, factor decisivo en el paréntesis del guión establecido. El último tercio de la primera parte deparó los únicos sustos de Portugal con un par de salidas veloces, afortunadamente, sin mayores daños. Ni Tiago ni las faltas de Cristiano Ronaldo estropearon la convincente interpretación de España.
La magia de Villa
Los biorritmos tampoco se alteraron
tras el descanso. España se mantuvo fiel a su estilo de toque, de tratar con
fútbol, del bueno, del ibérico de verdad, de romper la sólida barrera defensiva
de Portugal, cuyo planteamiento retrató a Queiroz. El ‘hombre de Florentino’
emborró con sus tácticas a Cristiano Ronaldo. El ‘siete’, desposeído del balón,
se vio abocado a correr sinsentido detrás de los rivales; y cuando tuvo el balón
no encontró compañeros de reparto, más preocupados en sus tareas militares de
obedecer sin revelarse, como si trató de hacer la estrella del Real Madrid.
Cuando lo hizo, con gestos de evidente desesperación, España ya cabalgaba por delante en el marcador, tras el tanto de Villa, culminando una maestra combinación de billar entre Xavi e Iniesta. Fue el único momento donde Eduardo fue incapaz de mantenerse en héroe. Anteriormente, amargó la noche a Llorente -su salida insufló oxígeno al equipo; Torres no encontró el paso adecuado- y después a Ramos y Villa. Eduardo, pese al adiós de su país, confirmó que es un meta a tener en cuenta.
Pero más a tener en cuenta es España. El tanto fue el sello hacia los cuartos, donde aguarda Paraguay, aunque el verdadero impacto estuvo en su fútbol de precisión, de máxima dulzura, del toque y toque hasta mandar al adversario camino del manicomio, donde allí estará Cristiano Ronaldo, estéril ante tan formidable ejercicio de España de demostrar que ellos son quienes tienen la patente del buen fútbol. Una maravilla, un deleite, un disfrute, un goce y todos aquellos epítetos que deseen agregar a una España que es un verdadero aspirante de campeonato a la corona de Sudáfrica.
España gol off-side
Hamit, ¿tú lo ves muy claro? Porque yo he visto ocho o diez veces la repetición y todavía no tengo claro si el gol es ilegal o no… al contrario de lo que pasó el domingo tanto en el Alemania-Inglaterra como en el Argentina-México.