Pero estos elegidos desprenden sentimientos, fidelidad, amor a un escudo, estados cada vez menos importantes en esta vida, especialmente cuando en este deporte se trata de inculcar, precisamente, estos valores a las nuevas generaciones, evitando que muchas de ellas se diluyen en los euros sin haber antes demostrado esa capacidad futbolística que atesoran en sus piernas. Y estos románticos del fútbol no se encuentran solamente en conjuntos de nombre menos importante en el ámbito europeo e internacional; en los grandes clubes, también hay ejemplos de este tipo de jugadores que, en ocasiones, rechazan, ofertas suculentas, económicas y deportivas, de otros clubes deseosos de abrirse un hueco en la elite o de recuperar viejos laureles.
Supervivientes al mercadeo
Raúl (con 15 temporadas) o Guti (con 14) son el ejemplo en un Real Madrid donde Casillas, que ya ha cumplido su primera década de madridista, está en esa misma línea. En ese camino de empezar y cerrar una vida deportiva luciendo una misma camiseta, como sucedió hace unos meses con Míchel Salgado, despidiéndose de su afición entre lágrimas, tras una trayectoria repleta de éxitos. Xavi, con 11 temporadas, y Puyol, con una menos a su espalda, (Iniesta y Valdés, después, con 7 campeonatos en el Camp Nou) son los líderes en el Barcelona. Un grupo de deportistas cuyo romanticismo crea escuela, especialmente entre los canteranos del Barcelona, cuyas miras se centran en la vestimenta azulgrana. E incluso, aunque en menor medida, debido a otras cuestiones de confianza, en la factoría de Valdebebas, donde Esteban Granero se rebajó su sueldo con el objeto de ser estrella en el club de su infancia.
Albelda, en el Valencia, con 11 campañas en Mestalla; Manuel Pablo, en el Deportivo, con 10 cursos en Riazor; Tamudo, con 11 años defendiendo los colores del Espanyol; Marcos, con 14 temporadas en las frías tierras de Valladolid, son los otros románticos que viven en el fútbol más caro de Europa. Sobre todos ellos destaca el caso de Joseba Etxeberría que, a pesar de romper a una temprana edad sus lazos de amor con la Real Sociedad, ha firmado 14 temporadas consecutivas en el Athletic de Bilbao. No es un dato menor si se tiene en cuenta que en esta temporada de su adiós, el extremo internacional ha renunciado a todo salario como acto de gratitud a todo lo que ha encontrado, aprendido y saboreado en San Mamés.
En Europa, los románticos del fútbol son ilustres futbolistas de excelsa calidad. El último referente, sin duda, fue Paolo Maldini, recientemente retirado en el Milán, después de confeccionar un enorme currículum con cinco Copas de Europa, a sólo un trofeo de los seis de Paco Gento, miembro de ese tiempo donde sí había mucho romanticismo. Otros referentes en el Calcio son Alessandro del Piero en el Juventus desde 1993; el argentino Javier Zanetti (desde 1995 cuando aterrizó procedente de Banfield) en el Inter de Milán y Totti (desde 1992) en el Roma, futbolistas de un sólo club. En las islas, en la Premier League, de los presidentes opulentos, perduran otros ejemplos como Paul Scholes (desde 1994) y Ryan Giggs (desde 1990), un galés con historia ejemplar en el Manchester United, donde, por cierto, se descubre el único caso de un entrenador con amor a unos colores en la persona del escocés Alex Ferguson, con 24 temporadas. Dos ejemplos para el defensa Wes Brown, un canterano en el primer equipo desde 1998. Enfrente, deportivamente, está el Liverpool, y a pesar de las numerosas idas y venidas, Benítez cuenta con dos futbolistas franquicia en su vestuario: Carragher y Gerrard, dos canteranos con historia desde 1995 y 1997, respectivamente. Un caso menos existe en el Chelsea de los millones de Abramovich. Allí está Terry, un bravo central de la cantera y en el primer equipo desde 1997. El mismo caso sucede en el Tottenham con Ledley King, haciendo carrera desde 1998.
Fabricar y vender
Francia, una liga con menos atractivo, disfruta de futbolistas como Rame, meta del Girondins desde 1997; Govou en el Lyon desde 1999; el desconocido portero Janot, desde 1996, en el Saint Ettiene. Tres ejemplos en un campeonato exportador de estrellas, como ha sucedido con Benzema este pasado verano. Las perlas se venden y se invierte, eso sí, en fabricar nuevos talentos a los que traspasar dentro de unos cuantos veranos.
El retirado Kahn (Bayern Múnich) encabezaba hasta el pasado curso una lista de románticos como el húngaro Dardai, desde 1996 en el Hertha de Berlín; Cherundolo, desde 1998 en el Hanóver 96 tras hacer el recorrido inverso de las Américas; el meta Nikolov, canterano del histórico Eintrach de Frankfuert desde 1994; el defensa brasileño con vocación ofensiva Dedé en el Dortmund desde 1998 y el guardameta veterano del modesto Mainz 05, el germano Dimo Wache.
Desde el adiós de Jorge Costa (20 temporadas en el Oporto), sólo Bruno China, centrocampista del Leixoes, está en disposición de presumir de estar más de 9 años defendiendo unos mismos colores. Portugal, como sucede con otros campeonatos, son países exportadores. Fabricar y vender. Más o menos como acontece en otras ligas como la holandesa. En la Eredivisie. En este torneo, los defensas Alje Schut y Rob Penders defienden los colores del Utrecht y NAC Breda, respectivamente, desde 1999. Todos estos futbolistas son un ejemplo de que el amor eterno aún existe, y que el corazón sigue dominando a los euros. Y, seguramente, no es una cuestión sencilla. Autor: Rafael Merino |