Nada
se alteró en el ecosistema de la Liga. El Barcelona salió indemne de su
desplazamiento a Sevilla y el Real Madrid resolvió de forma contundente
su enfrentamiento ante el Athletic. Nuevamente, y van unos cuantos
presagios, el fútbol es caprichoso, o más bien emocionante. La Liga se decidirá
en la última etapa, aunque todo hace prever que el Barcelona cuenta con minutos
de ventaja. El Real Madrid, en Málaga, debe ganar y, por enésima ocasión,
esperar un empate o una derrota blaugrana en el Camp Nou.
La lluvia y unas temperaturas nada primaverales sirvieron como aviso a una noche sin sensaciones de remontada. El ambiente era frío y más se puso cuando, a los seis minutos de encuentro, Messi apareció en los marcadores del Santiago Bernabéu. Eran tiempos de épica en Sevilla. Más cuando Bojan marcó el segundo. La desilusión, la tensión, los nervios se diluyeron de forma instantánea. Ya sólo tocaba ganar para forzar al Barcelona a sumar esos 99 puntos garantizadores del campeonato.
Entre ambos tantos blaugranas, el Real Madrid prosiguió con su guión de las últimas semanas: escaso o ningún atisbo de fútbol bello y ocasiones generadas de forma individual. Así trascurrió el primer acto, donde Cristiano Ronaldo abrió el marcador desde los once metros tras unas manos de Amorebieta, expulsado de forma injusta al no tratarse del último defensor o evitar un gol.
El Athletic se quedó con diez y el Real Madrid se fue apagando, como si no fuera con él eso de tratar de soñar con la Liga, de gastar todos los cartuchos de remontada al Barcelona. Y claro, tanta relajación y ambiente frío, desencadenó el tanto de los ‘leones’ en una cabalgada en solitario de Yeste. El capitán de los rojiblancos marcó un tanto formidable. Se marchó, en el balcón del área, y de forma consecutiva, de Ramos, Gago, Xabi Alonso, Albiol y Marcelo antes de superar a Casillas. Y con este golpe, al descanso, para desesperación de un ganador como Cristiano Ronaldo. Y pudo ser peor si Toquero no se hubiera puesto nervioso ante Casillas justo unos minutos antes del tanto de Yeste.
Sólo un equipo buscó la victoria
El regreso llegó
acompañado de un nuevo acto: Kaká. Tampoco revolucionó en exceso el argumento de
la película. El brasileño no participó de forma activa en la creación de fútbol,
faceta que siguió recayendo, cada vez con más asiduidad y clarividencia
en Guti. Hizo un buen encuentro y quizá haya sido el último a
tenor de sus gestos de despedida una vez concluido el encuentro.
Pero antes de ese momento, emotivo, Iraizoz se propuso alargar la agonía del Real Madrid, que no sólo no ganaba sino que veía como el Barcelona empezaba a festejar el título con un tercer tanto, obra de Pedro. Pero, esa garra que ha mantenido vivo al Real Madrid no le abandonó y eso que Iraizoz estuvo sensacional ante disparos de Gago y Granero, en la primera parte, e Higuaín, en la reanudación. Y la cruceta salvó lo que hubiera sido un maravilloso tanto de Granero.
Al final, de la forma menos esperada marcó el Real Madrid. En un córner y después de un cabezazo de Benzema y un rechace de la defensa vasca. El autor fue Higuaín, un alumno aventajado de Raúl en eso de situarse en los sitios donde el balón sale rechazado dentro del área pequeña. Y eso acabó con un digno Athletic. A la lluvia que caía del cielo se añadió la de los goles (suman 101), al llegar de forma, prácticamente consecutiva, las celebraciones de Sergio Ramos, en una acción de fe y fuerza; Benzema, tras una buena combinación entre Kaká y Cristiano Ronaldo; y, finalmente, de Marcelo, beneficiándose del único despiste defensivo del Athletic. Fueron minutos de brillantez, como colofón a un segundo acto monopolizado por el Real Madrid, aunque con susto, no podía faltar, incluido tras una acción de Yeste ante Casillas.
Finalmente, nada se despejó en cuanto a la Liga. El Sevilla, con sus dos goles hizo soñar al Real Madrid, aunque ahora sólo toca esperar a que el Valladolid, de Javier Clemente, se convierta en el Espanyol de hace dos temporadas en el Camp Nou. Aunque, eso sí, toca vencer en Málaga. La Liga, por consiguiente, se decide por San Isidro y quizá no venga de más una ayuda divina.